La despedida es el umbral del cielo y la esencia del infierno

dijous, 7 de març del 2013

Esas cosas insignificantes llamadas esencias (Parte 2)

Esas cosas insignificantes llamadas esencias. Segunda parte



¿Habéis pensado en la respuesta? La verdad es que hay muchas variantes que al fin y al cabo llegan a la misma conclusión.

Si antes de empezar a redactar mi cogito a la realización de la respuesta, apuesto por hacer un par de referencias, supongo que no os enfadaréis. Trata de dos personas realmente inteligentes, realmente interesantes y realmente reales. No voy a decir su nombre por respeto, pero la verdad solo tenía pensado mencionar a una.

La primera a la que quiero hacer aparecer entre estas lineas es una persona que me ha enseñado a buscar el equilibrio entre mis dos pasiones: El arte y redacción con la ciencia y tecnología. Saco a esta persona aquí no por el mero echo de enseñarme que dos caminos, que a la vista parecen distintos, pueden ir cogidos de la mano; sino por enseñarme en su momento, a mi y a todos los que estaban a su alrededor muchísimas cosas, pero hoy solo comentaré una: Una argumentación sobre la verdad, que se debe considerar como cosas verdaderas y que no. Realmente te paras a pensar y la verdad es la sustancia no física que contiene más variantes, más capacidad de discutir, de subjetividad, de discernir. La verdad, como esas pequeñas cosas que nosotros valoramos solo en circunstancias de vacío, es esencial en los aspectos en la que la valoramos.

Por otro lado, la otra persona es del mismo ámbito y estuvimos hablando ayer. La conversación va más encaminada a los aspectos esenciales de los que hablaba el martes, esas cosas insignificantes que no le damos importancia. De la misma manera que os formule con anterioridad la cuestión sobre si somos capaces de valorar esas pequeñas cosas, el me pregunto si, una vez todo este mal camino haya pasado, seremos capaces de aprender de nuestros errores para no tropezar con la misma piedra más adelante. Hoy no voy a contestar a esta pregunta, pero si que voy a hacer referencia a lo que la derivó. Cuantas cosas se han perdido y aún así, seguimos adelante con nuestras vidas, pero ¿que pasará cuando no haya más que perder? La respuesta inmediata y sencilla es que seremos libres. Pero también da que pensar en las pequeñas cosas que perdemos que no dábamos importancia.

Después de daros un tostón de conversaciones ajenas, aunque relacionadas con el tema; os voy a dar un resumen de lo que será mi respuesta a la pregunta que os formulé. Sinceramente creo que, el ser humano no está preparado para vivir con la simple esencia de su existencia, una vez consigue valorarla y seguir su camino para adquirir otras esencias y otro saco lleno de información absurda que no recordaremos en nuestros malos días, solo avanzaremos con la espalda cargada de ese saco, suponiendo que las esencias propias siguen tu camino rastreando tus huellas. Somos la especie más cualificada para tropezar mil veces con la misma piedra y aún así, una vez la volvamos a encontrar a nuestro paso, abalanzarnos sobre ella. Podemos perder todo a nuestro paso hasta esperar sentado a que las cosas insignificantes vuelvan a nuestro camino, para volver a intentar coger aire para el impulso del siguiente paso y volver a despreciar el ímpetu de éstas para avanzar.

Así somos los humanos, seres que como bien dice Carl Sagan en su documental de Cosmos, corresponde a los segundos del último minuto del 31 de diciembre en el calendario del universo, considerando los primeros segundos del 1 de enero como el inicio del Big Bang, a la vida humana des de sus inicios en la evolución de los simios. Pero nos corroe la ignorancia de pensar que somos los amos del universo.

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