Us en dec una d'ahir! Aquí va! Demà una altra però aquesta és ben fresca!
Relatos
" Las buenas
historias, relatos, cuentos, poesías... sólo pueden existir si hay
alguien que las explica, comenta, inventa y recita y, sobre todo, un
receptor que las escucha. Es tan simple como dejar que el silencio se
apodere del ambiente para poder prestar atención a todo aquello que
nos rodea. La vida en si es una buena comentadora de relatos y, a
menudo, muy a menudo nos hace fluir sentimientos por nuestro cuerpo
para provocarnos risas, lágrimas, bostezos, aburrimiento, prisas,
indeterminación...
Ayer por la noche, mientras paseaba junto la carretera con el otoño presente en cada esquina, observaba todo lo que ésta me presentaba y me sentía descolocado, preocupado por mi destino que, pese a tenerlo claro, era incierto. El cigarro ayudaba a ahuyentar los fantasmas de la soledad y los ruidos de esas calles hambrientas y huecas maletas junto el diluvio que se encontraba al acecho. La luna de capas tenues y opacas se presentaba con el olor del alquitrán resurgiendo del asfalto, con una sonrisa fina recordando la cornisa de un bar cualquiera. Mientras seguía el camino, los grillos continuaban con su canto dedicando las plegarías a las noches de plenilunio y yo, inconscientemente, tiraba el cigarro no sin antes encenderme otro con la colilla del anterior y poco a poco iba restando minutos al reloj que me marcaba una canción en la cabeza que dice al estribillo: “Me iré a vivir lejos de aquí, donde las nubes no sientan el miedo. De noches negras de luna gris, con los colores de mi alma muero... (A Destiempo -Entre mis manos-) ” "
Ayer por la noche, mientras paseaba junto la carretera con el otoño presente en cada esquina, observaba todo lo que ésta me presentaba y me sentía descolocado, preocupado por mi destino que, pese a tenerlo claro, era incierto. El cigarro ayudaba a ahuyentar los fantasmas de la soledad y los ruidos de esas calles hambrientas y huecas maletas junto el diluvio que se encontraba al acecho. La luna de capas tenues y opacas se presentaba con el olor del alquitrán resurgiendo del asfalto, con una sonrisa fina recordando la cornisa de un bar cualquiera. Mientras seguía el camino, los grillos continuaban con su canto dedicando las plegarías a las noches de plenilunio y yo, inconscientemente, tiraba el cigarro no sin antes encenderme otro con la colilla del anterior y poco a poco iba restando minutos al reloj que me marcaba una canción en la cabeza que dice al estribillo: “Me iré a vivir lejos de aquí, donde las nubes no sientan el miedo. De noches negras de luna gris, con los colores de mi alma muero... (A Destiempo -Entre mis manos-) ” "
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