No se si os habéis dado cuenta que las estaciones del año ya no son
las mismas de antes. En verano hace un calor asfixiante y en invierno
no hace tanto frío. De cuatro estaciones hemos pasado a dos, ya no
hay una existencia de transición entre los solsticios; desaparecen
los equinoccios y con ellos la belleza del otoño, siempre intentando
sobreponerse a los contratiempos que el clima le provoca y la
primavera, siempre orgullosa de no tener que pelear para prevalecer
de los inconvenientes rotacionales terrestres.
La
verdad es que el motivo de esta entrada es otro que el que voy a
redactar a continuación, pero como físico, creo conveniente el mero
echo de hacer mención a un gran físico: Mikołaj
Kopernik . Hoy se cumple 540 años de su nacimiento y con el el
cambio de visión del universo, dejando un sistema geocéntrico atrás
para instaurar un sistema heliocéntrico y, así, convertirse en el
padre de la astronomía moderna.
En fin, era solo un
pequeño comentario pero que bien viene dado por la influencia en las
estaciones del año.
En fin, lo que yo quería
hacer reflexión y provocaros la misma, es el echo de sentir un vacío
en mi interior cuando veo el cielo nublado y en pleno invierno
empieza a chispear e incluso a llover con ímpetu, pero solamente eso
y durante poco rato.
Se echa en falta las
tardes de invierno vestidas de gris, de nubarrones eternos y lluvias
que nunca acaban, acompañadas por los ensordecedores truenos y
luminosos relámpagos que confeccionan los trajes de las plantas con
texturas de ráfagas de viento mojado.
¿No sentís un vacío en
vuestro interior sin esa sensación invernal? A mi me cuesta
olvidarme de este paisaje cuando los pequeños chubascos dejan
respirar en el aire el olor a tierra mojada...
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