A tots ens ha passat que estem una nit de borratxera i acabem per agafar el mòbil a les tantes de la matinada per trucar a algú... i aleshores, fas l'última trucada. Hi han molts motius pels que fas la trucada, però el fet de fer-la i a aquelles hores, també fan que el receptor no en vulgui cap més, perquè les paraules volen sota els efectes de la veritat que proporciona la barreja d'un parell de glaçons i una mica de whisky a l'hora de tancar l'últim bar.
Llamadas en el último bar
"Los teléfonos deberían tener un
alcoholímetro incorporado. Cuantas llamadas que se pierden a las
tantas de la madrugada con el juego de contesta y cuelgo como un
idiota. Todo eso ocurre cuando inundo el corazón en la barra del
último bar, en el que el whisky va quemando tus recuerdos por la
garganta para hacer volar tus imágenes por la cabeza y aparentar que
todo fluye en esta vida para seguir sin tu recuerdo. Mientras eso
ocurre, lo que verdaderamente fluye es el hielo del vaso
derritiéndose lentamente hasta dejar la vergüenza olvidada en su
interior, ahogada, sin la respiración aparente a la que me aferro
para cerrar el bar que abrí, para observar el cielo, ver lo puta que
es la luna vestida con ese traje de penumbra y soledad y, aún así,
no avisarme que malgasto el tiempo pensando en que algún día
contestarás a mis llamadas."
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