El día de la marmota
Se que me repito,
no sé si en algún punto he reflexionado sobre esto,
pero tengo la sensación de abocar siempre
las mismas palabras, lugares y propósitos.
Me avergüenza mirar atrás,
esa persona que escribía versos asonantes.
¡Cómo si derramar los pensamientos
fuera algo que entiende de métrica o rima!
Aunque no sólo eso me ruboriza.
Con los años me he definido como persona,
¿Qué relevancia debe tener una historia platónica?
No me identifico con ciertas palabras.
Aunque con muchas otras sí.
Como digo, no sé si ha habido un punto en el camino
en dónde me cuestione el hecho de escribir lo mismo,
las mismas palabras, los mismos cuentos.
No soy de letras, ni siquiera de números.
Realmente, no sé de qué soy.
Asumo la culpa y la condena de que mi mente
me la juegue en diversos poemas,
despistado o avispado,
no sabría decir el adjetivo correcto,
aunque probablemente simplemente sea
una falta de originalidad o de introspección subjetiva.
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