Vengo
¡Voy, Voy! exclamaba siempre,
corriendo a pasos tenues hacia la puerta.
La calidez de la mirada congelaba el tiempo,
no habían metas imposibles de alcanzar,
y de golpe, todo se derrumba, se derrama.
Lejos quedan ya esos recuerdos, pero siguen candentes.
No importa la rima, la métrica o las palabras,
no importa la leve o densa curva del espacio tiempo.
Y así, entre tinieblas avanzo, perpetuo, perplejo,
sin ser consciente que el venir solo era eco,
sin ser consciente que el volver una utopía,
que los tenues pasos solo son huellas.
Puede, que el detonante cambio lo ralentice todo,
puede que la parábola tangente que trazamos,
no sea más que un cálculo variacional
que precipita hasta el desenlace natural,
Tú sigues viniendo, pero solo te alcanza mi mente.
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