Penumbra existencial (Picorelato)
Ser o seré y quizá solamente yo,
tupida huida por senda exhausta.
Ausentado, recorre oscuridad por mi ser.
Esencial vida.
Aquest blog és un espai on trobareu escrits diversos, paraules i frases perdudes i els pensaments més interns del propi autor.
Penumbra existencial (Picorelato)
Ser o seré y quizá solamente yo,
tupida huida por senda exhausta.
Ausentado, recorre oscuridad por mi ser.
Esencial vida.
Discúlpame Cronos, porqué he matado
Discúlpame Cronos, porqué he matado.
Eolo cambió mi rumbo y yo sin fuerzas,
me volví a perder por el río Aqueronte,
ahorcando el tiempo con la soga de Venus.
Morfeo se burló en mi cara,
en mi estado onírico desató la confusión,
se entrelaza la realidad con su penumbra,
deambulando por los oscuros pasajes de la noche.
Y con aullidos de licántropos en luna llena,
Nix me acogió en sus brazos y me meció,
y como a Román Romero, me susurró al oído,
versos dantescos ante mi ensimismo.
Ante el derroche de tanto camino por recorrer,
de tanta agua y arena en mis zapatos,
se apodera de mí el oscuro deseo obsceno
de dominar mi estado onírico.
Mientras tanto, mato el tiempo jugando con las sombras
que dibujan mis manos con la luz del faro,
cada vez más tenue, cada vez más débil.
cada vez más lejos.
Caronte
Hace tiempo que no te visito.
Perdido en el oleaje decido parar,
ausentarme unos segundos de este mundo
y conversar contigo.
Sé que siempre andas ocupado,
pero yo sigo vagando entre los rizos de tu suelo,
empeñándome en encontrar el puerto adecuado
para al fin poder descansar.
El precio sigo sin poderlo pagar,
pero mantengo firme la esperanza de navegar
y encontrar ese faro del que siempre hablo,
el que me guía fuera de tu regazo.
Siento una necesidad innata,
alejarme y acercarme a partes iguales a ti.
Y ya ves, aún siendo consciente que no hay monopolos,
tengo el deseo de que nuestros polos no sean opuestos.
y así poderme alejar, con el miedo acicalado en los huesos,
temiendo por si, una vez encuentre el faro y me aproxime tímidamente,
Eolo de nuevo cambie mi rumbo y nuestros polos se opongan,
y yo sin monedas, siga cometiendo suicidio al hablar contigo.
Nunca le he contado
Nunca le he contado al aire,
que de vez en cuando huelo tu perfume.
Nunca le he contado al viento,
que el es el culpable de transportar tu fragancia.
Nunca le he contado al agua,
que en tierras baldías sembré la esperanza,
y junto a la mar, observando el horizonte,
se desdibujan peces granulando la sal.
Nunca le he contado a las nubes,
que aun siendo vapor denso, condenso,
y lejos de sentir el tacto, las intento alcanzar.
Nunca le he contado a nadie,
que pese a que la corriente del tiempo sea ardua
yo aun recuerdo tu olvido.
Sin los amarres para retenerlos
La mar sigue revuelta,
el astillero sigue repleto de vocablos por conectar
y yo sin los amarres para retenerlos.
Libres, surcan por las feroces olas del saber,
que aunque se emparejen con conjunciones,
siguen vagando sin enlazar la oración.
Y esas acciones tristes por la tempestad,
van soltando lastre sin la necesidad de pensar,
puesto que se juegan mucho más que un sustantivo.
Son, están y parecen inquietas ante el cielo negro,
se atribuyen la responsabilidad de ser complejas
y tiemblan atemorizadas de dormirse en los laureles.
De ellas depende que el trayecto sea eterno o fugaz,
que el sueño inducido por los mecanismos tumultuosos
provoquen un último suspiro en la orilla del mar.
Pero nada, que paradoja más extravagante se presenta.
Algo totalmente insustancial, vacío y repleto de significado,
o simplemente esa acción de salvación y libertad.
Pero ahí siguen, luchando contra viento y marea,
tratando de sobrevivir al paso del tiempo,
¡Ay relativo tiempo que nunca podrán recuperar!
Siguen ahí, esperando la respuesta,
esperando a que pase el temporal,
deshaciendo estaciones y elaborando vendaval,
Espera desesperada que desespera esperanza,
vocablos inconexos que conectan en vocablos…
… y yo sin los amarres para detenerlos.
Tú eres mi noche
Con tus ojos azules y tu piel morena,
llegaste a mi esquiva y sombría.
Agazapada entre dolores y tinieblas,
tan abrigada de malos momentos
que solo pensabas en huir.
Te escondías entre los motores,
esperando, quizás, a que uno te llevase de vuelta.
¿Hacia donde? No lo sé,
puede que al fin encontraste tu lugar.
Y con el paso de los años te aferraste,
sigues esquiva y sombría ante lo desconocido,
pero desprendes amor y lealtad
con tus instintos más naturales.
Tú eres mi noche y contigo me duermo,
Me acompañaste en las horas más sombrías,
pero eso pasó, ya solo es un recuerdo,
contigo aún presente.
Nunca para atrás
Aún recuerdo el verso colgado en el ascensor,
nunca tuve el placer de conocerte.
Sin embargo, una extensión tuya
forma parte esencial de mi vida,
y aún así, siento que me faltó ese contacto.
Aún recuerdo algunas de las palabras recibidas,
el verso del gran Jou que tanto te gustaba,
y aún así, siento que aún quedaba tanto.
Aún recuerdo esas palabras en el momento más duro,
ésas que aún hoy me dan la fuerza necesaria para avanzar:
Nunca hacia atrás, siempre hacia adelante,
Ni para coger impulso.
Vengo
¡Voy, Voy! exclamaba siempre,
corriendo a pasos tenues hacia la puerta.
La calidez de la mirada congelaba el tiempo,
no habían metas imposibles de alcanzar,
y de golpe, todo se derrumba, se derrama.
Lejos quedan ya esos recuerdos, pero siguen candentes.
No importa la rima, la métrica o las palabras,
no importa la leve o densa curva del espacio tiempo.
Y así, entre tinieblas avanzo, perpetuo, perplejo,
sin ser consciente que el venir solo era eco,
sin ser consciente que el volver una utopía,
que los tenues pasos solo son huellas.
Puede, que el detonante cambio lo ralentice todo,
puede que la parábola tangente que trazamos,
no sea más que un cálculo variacional
que precipita hasta el desenlace natural,
Tú sigues viniendo, pero solo te alcanza mi mente.