Calma tormentosa
Días tormentosos nos acechan,
consumidos por el vendaval de la esperanza
se abalanzan sobre los tejados más débiles
derrocando cualquier signo de resistencia.
Las nubes son el inicio de la sinfonía,
todo oscurece y la luz cesa el protagonismo
a los relámpagos que se ven a lo lejos,
tan cerca, tan lejanos, tan efímeros.
El sonido tarda en llegar,
retumban los cristales ante tan fuerte sacudida,
y la lluvia hace acto de presencia en una obra
dónde todo hace referencia a una vida perdida.
Calma, maldita calma en su esplendor,
en mi cabeza intento ordenarla para así organizarme,
aunque aún esté lloviendo, aunque aún haya tempestad,
aunque todo esté minorando, ese esplendor tarda en llegar.
El agua continúa inundando mis calles,
fina y continua cortina que hace opaca
a la luz que en momentos procura incidir,
evitando la confusión inconfundible de mis pensamientos.
Y cuando me inunde un mar de dudas,
vale más la pena enjabonarme las ideas
para así, en cualquier momento apetecible,
aclararlas con el turbio fluido de la vida.
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