Condena
Maldita condena la que apresura,
más sin premura me desconcierta el tiempo
que en sus manos recae mi sentencia.
Observo con cautela las rejas,
esas barras verticales con sombras transversales
que se asemejan a un código de barras.
Y en el abismo de mi celda
me decanto a admirar el foso
sin miedo a las alturas, deseando la caída,
que en el umbral del precipicio
me agarro a las despedidas
caducando las fechas marcadas en primaveras.
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